Si fueses como un helado

Si fueses como un helado, de seguro que te comería todo el día. No me importaría que fueras de sabor vainilla, frutilla u otra exótica opción de la vitrina… te escogería igual. Si fueses como un helado, te saborearía lo justo para hacerte durar y así demorar nuestra obvia separación que se ve interrumpida a cada momento, por los rastros de tus besos en mi camisa. No hay duda alguna que acompañarías amenamente nuestras conversaciones extendidas que hablan del amor que decimos profesarnos, interrumpidas, por la calidez y el sabor de tu beso rebalsado en la crema de la pasión. Si fueses como un helado, gastaría mi sueldo por comprar todo de ti. Déjame ser tú cubierta de chocolate para posarme sobre ti y disfrutar de tu cuerpo cono, sino te gusta el chocolate, seré el chantilly necesario para endulzar aún más tú boca. No lo niegues, somos el complemento perfecto y en cada probada afianzamos nuestro sabor que se disuelve en medio de las salivas dulces. Si fueses como un helado, jamás me aburriría de ti, no es broma, no miento cuando digo que deseo que te vuelvas hostigosa y no me dejes respirar. Si fueses como un helado, ten la certeza de que no te dejaría de pasar mi lengua en busca de un sabor no reconocido y no explorado que me permita desearte aún más. Creo que te estás volviendo un vicio incontrolable que no puedo dejar de consumir. Todo este diálogo dulce me hace preguntarme seriamente…si yo fuese como un helado… ¿Desearías comer todo de mí?